Siempre me habían dicho que las papilas gustativas de la lengua humana sólo pueden distinguir cuatro sabores: ácido, amargo, dulce y salado. Pues resulta que hay uno más, el conocido como umami. Su nombre significa en japonés algo así como sabroso o delicioso, y fue descubierto por Kikunae Ikeda, científico japonés. El caso es que es el ácido glutámico, un saborizante presente sobretodo en la comida china y japonesa (salsa de soja, por ejemplo) y en el jamón serrano (que resulta que hace más de 50 añazos que dejó de ser «natural» y, para variar está super tratado con diversos y mágicos productos químicos), además de en algunos quesos.
En términos «bromatológicos», este potenciador del sabor es el E621, y lo produce un alegre bichito llamado Corynebacterium glutamicum, primo hermano (si se puede hablar de semejante parentesco en el mundo de las bacterias) de Diphteriae. Normalmente, son microorganismos de esta cepa ligeramente mutados para aumentar la producción y, entre otras cosas, también fabrica cantidades ingentes de lisina, uno de los aminoácidos esenciales (que luego mágicamente se transforma en pastillas para vegetarianos…). No sé qué sería del mundo sin las bacterias, en serio.